La reivindicación de la primacía de la esfera sentimental del hombre constituye un eje fundamental en la concepción del hombre o antropología de Rousseau. Los moralistas ilustrados -como Helvétius- eran conscientes del importante papel de los sentimientos en la conducta del individuo. Sin embargo, pensaban que el sentimiento más fuerte era el egoísmo que, de suyo, llevaría a los hombres a continuas guerras entre sí. La razón tenía como misión ilustrar al individuo egoísta y hacerlo apto para vivir en sociedad. En Rousseau encontramos una concepción social con un esquema opuesto: No le sirve la sociedad del egoísmo ilustrado. Acepta, como punto de partida, lo que ya enseñaba Mandeville, que la dinámica económica capitalista no es compatible con el altruismo; y rechaza la idea de que una sociedad construida sobre el egoísmo competitivo (el amor propio) sea una sociedad auténtica. Sin embargo, es posible construir una auténtica sociedad porque existen en nosotros poderosos sentimientos altruistas, cuya expresión más elemental es la piedad. Frente al optimismo de los ilustrados burgueses, Rousseau afirma que la razón opera precisamente como factor estimulante del egoísmo y, consiguientemente, como fuente de conflicto social.
Si los sentimientos del hombre pudieran ser correctamente reformados y desarrollados mediante una educación adecuada y viviera en una situación social que no estuviese basada en relaciones de egoísmo, entonces podría salir al exterior y ser operativa la bondad natural encerrada en el hombre. Respecto a la reforma educativa, Rousseau expuso sus ideas en Emilio . En lo que se refiere a la reforma social, la tarea crítica es realizada en sus dos Discursos , mientras que la labor constructiva es desarrollada en El contrato social .
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